Deberes urgentes sin hacer en la Cordillera Cantábrica

Deberes urgentes sin hacer en la Cordillera Cantábrica

Deberes urgentes sin hacer en la Cordillera Cantábrica 150 150 Fundación Oso Pardo

Ahora que la población cantábrica de osos se está recuperando numéricamente, es cuando se hace más necesario multiplicar los esfuerzos para evitar conflictos entre humanos y osos

Prevenir los daños, que mayoritariamente son ataques a los colmenares, e indemnizar a los afectados con rapidez, regular adecuadamente el turismo de avistamiento de osos y aprobar el protocolo de intervención con osos, son deberes urgentes. En lo primero ya se viene trabajando desde hace años y se debe continuar mejorando la cobertura en la prevención y la agilidad en el pago de los daños, pero la regulación del turismo y la aprobación del protocolo de intervención son asuntos pendientes y sin resolver. Y de la rapidez con la que estos deberes sean hechos satisfactoriamente va a depender, en buena medida, que se mantenga o no el apoyo social a la conservación del oso conseguido con tanto esfuerzo y tras años de un trabajo social continuado.

Todavía hoy el oso es percibido en general de una manera positiva, pero las primeras alarmas ya están empezando a saltar. Hay más osos y son más visibles, y la población rural es consciente de ello. La mayoría de los osos tiene un comportamiento natural que incluye el ataque ocasional a colmenas o ganado y el consumo de frutas, y solo algunos ejemplares tienden a habituarse a la presencia humana. Un oso habituado puede hacer acto de presencia a pleno día en una zona con actividad humana y tolerar la presencia de personas a distancias muy cortas, y comportamientos de este tipo, además de alimentar alarmas sociales, pueden terminar siendo fuentes de conflictos no deseados.

En los últimos años y en el occidente cantábrico ya han ocurrido varios casos de osos habituados, protagonizados por ejemplares juveniles, que se han adentrado en pueblos buscando cerezas, higos y manzanas, reaccionando poco o nada ante la presencia de personas.

Algunos osos pueden llegar a ser verdaderamente problemáticos al condicionarse positivamente a los alimentos de origen humano y buscarlos activamente. Por ahora, en la Cordillera Cantábrica, no parece que tengamos ejemplares que respondan a este último perfil.

En la mayor parte de las poblaciones de oso pardo se conocen casos de osos habituados y de osos problemáticos, y para evitar conflictos y alarmas sociales y actuar con rapidez, seguridad y coordinación, muchos países con osos tienen en vigor protocolos con medidas de prevención y pautas de intervención para la disuasión de los ejemplares. En los paisajes cantábricos, y también en los pirenaicos, la convivencia entre humanos y osos es muy estrecha y por eso urge tener un protocolo de intervención con osos habituados o problemáticos aprobado y operativo. Es inaceptable que se lleve discutiendo su borrador desde hace más de cuatro años, cuando existen documentos similares y experiencias ya muy contrastadas en otros países europeos y americanos con poblaciones de oso pardo.

En 2016, el oso volverá a atraer a numerosos ecoturistas y amantes de la Naturaleza a las montañas cantábricas y pirenaicas, y esto, que es deseable para la economía local y bueno para resaltar la imagen positiva del oso y favorecer su aceptación en el medio rural, está empezando a ser un nuevo problema de conservación por la falta de una regulación adecuada.

En el año que termina, hemos sido testigos en demasiadas ocasiones de comportamientos imprudentes y de acercamientos excesivos que han provocado la huida de los ejemplares o comportamientos de habituación en osos jóvenes y osas con sus crías… sin olvidar que un oso puede sentirse amenazado por una proximidad excesiva y responder con agresividad.

Hay que facilitar el desarrollo ordenado del turismo de observación de osos pero en los lugares adecuados y con las normas y precauciones necesarias. Y si hay algo que no ayuda a resolver este nuevo problema es la deficiente regulación del uso público en la mayoría de los Espacios Naturales Protegidos de la Cordillera Cantábrica.

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