La Opinión de la FOP

Ni un solo oso cantábrico habituado

Ni un solo oso cantábrico habituado 150 150 Fundación Oso Pardo

En los últimos días hemos estado viendo informaciones en los medios de comunicación 🔊 sobre la presencia de osos en pueblos de la Cordillera Cantábrica, contadas con menor o mayor alarmismo. Lo cierto es que estos casos siguen siendo muy pocos y que no se trata de ninguna excepción en el mundo, pues ocurre en todos los países en donde hay osos, que algunos ejemplares habitualmente jóvenes busquen comida fácil en, por ejemplo, huertas y contenedores de basura.

Esto no significa que no haya que intervenir para echarlos y evitar que vuelvan a los núcleos habitados. Hay que hacerlo con diligencia y eficacia. Quien debe encargarse de ello, pues tiene las competencias, es la administración autonómica, y para llevarlo a cabo con todas las garantías dispone de un instrumento técnico-jurídico: se trata del “Protocolo de intervención con osos en la Cordillera Cantábrica”, aprobado en enero de 2019 por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y por las comunidades autónomas con presencia de osos en sus territorios: Cantabria, Castilla y León, Asturias y Galicia, y en cuya redacción participaron expertos oseros, incluido alguno de nuestra fundación.
Enlace al Protocolo, que es público y está alojado en la web del MITECO: https://bit.ly/3CXh1Tf
El mecanismo de aplicación de las medidas de disuasión para osos habituados tiene que estar perfectamente engrasado y funcionar como un reloj. Ya sabemos que no hay mala voluntad por parte de ninguna de las administraciones implicadas, pero eso no excusa para que el Protocolo se venga aplicando a medias por unas u otras razones administrativas.
Los habitantes de la Cordillera Cantábrica vienen mostrando una magnífica convivencia con los osos, que ya forman parte de la identidad de los territorios como una enseña de su calidad natural. Que siga siendo así, con los beneficios que supone, no solo ambientales, y en especial para los habitantes de estas zonas, depende de una gestión rápida y eficaz de las situaciones de habituación y de los daños que los osos ocasionan, mayoritariamente en los colmenares.
Ni un solo oso habituado debe ser permitido en la Cordillera Cantábrica. Este es ahora y siempre el objetivo más prioritario. Pero también va a depender de la sensatez de todos y de no alimentar conflictos interesados para sacar una renta política o tajada sindical que no ayudan ni a la conservación de la biodiversidad ni a resolver los problemas del medio rural, ahora que tanto necesitamos a ambos.
Compartir esta publicación

Optimismo con los últimos censos de osos en la Cordillera y los Pirineos

Optimismo con los últimos censos de osos en la Cordillera y los Pirineos 150 150 Fundación Oso Pardo

En el mes de agosto, se han completado los datos del censo de osas con crías de 2016 en la Cordillera Cantábrica. Las cifras son muy buenas: 40 osas con 67 crías en las dos subpoblaciones, lo que iguala el record de 2015 (aunque con tres crías más) y consolida el proceso de recuperación del oso en la Cordillera. De este número, 34 osas con 57 crías corresponden a la subpoblación occidental (centro-occidente asturiano, Alto Sil leonés y Ancares) y 6 osas con 10 crías a la oriental (Montaña Palentina, Montaña oriental leonesa y bosques colindantes de Cantabria). En el núcleo occidental, se detectaron 29 osas con 50 oseznos en Asturias y 5 osas con 7 crías en el oeste de León. En cuanto a la subpoblación oriental, 4 osas con sus crías han estado en diferentes momentos del año entre Palencia y Cantabria, una se ha movido entre León y Cantabria y la última se ha localizado siempre en Palencia.

La Fundación Oso Pardo ha realizado una contribución importante al censo, aportando 131 fichas de datos. De ellas, 39 corresponden al núcleo occidental, con localizaciones de 17 grupos familiares, y 92 al sector oriental, donde la FOP ha localizado y realizado un seguimiento de los 6 grupos familiares. Los datos refuerzan la tendencia positiva, igualando el número de osas del año anterior, que fue el más alto obtenido desde que se iniciaron los recuentos anuales de osas con crías en 1989. En la pequeña subpoblación oriental, con el mismo número de osas (6) y una cría más (10) que en 2015, se consolida el inicio de la recuperación, con hembras reproductoras en toda la Montaña Palentina y las áreas oseras de Cantabria hasta los bosques inmediatos a la autovía Cantabria-Meseta (A-7). Sin embargo, su expansión se detiene entorno a la carretera N-621 (Riaño-San Glorio) y las osas no terminan de extenderse hacia el occidente, a los magníficos bosques de Mampodre y Sajambre (León), o los de Ponga y Redes (Asturias).

Además de las cifras demográficas, los estudios genéticos publicados en 2016 muestran una creciente comunicación entre ambas subpoblaciones realizada sobre todo por machos occidentales que han atravesado al núcleo oriental. Y los datos que hemos recogido en 2017 en un proyecto para poner a punto nuevos métodos de estudio genético confirman este extremo. Las dos subpoblaciones cantábricas no solo aumentan en número, sino que estamos asistiendo al final de un aislamiento genético que ha durado quizás cerca de un siglo.

En cualquier caso, no debemos echar las campanas al vuelo. De acuerdo con los criterios de la UICN, el oso cantábrico sigue estando en Peligro de Extinción, y legalmente la especie continúa en dicha categoría en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Viene a cuento este recordatorio porque en las últimas semanas estamos viendo campañas mediáticas con un tufo antioso que recuerda a la propaganda contra las alimañas de tiempos pasados. La recuperación parcial del oso en la Cordillera Cantábrica es un privilegio del que debemos presumir, no una desgracia para sus habitantes, como algunos grupos de interés nos quieren vender.
Es cierto que el crecimiento de la población depara nuevos retos que debemos afrontar sin complejos. Aunque no hay evidencias del aumento de daños al ganado, sí es verdad que algunos ejemplares se dejan ver con más frecuencia, y el potencial de conflicto se incrementa al aumentar el número de osos. En ese sentido, urge que las comunidades autónomas cantábricas aprueben el protocolo para el manejo de osos habituados y conflictivos, pues esto va a dotar a las Administraciones de una herramienta muy útil a la hora de afrontar los conflictos causados por los osos y para reducir los temores de los vecinos de los pueblos de nuestras montañas.
Y en los Pirineos, las cifras son también halagüeñas. Los 39 osos detectados como número mínimo en 2016, entre ellos 5 osas con 10 oseznos, también dan motivos para la esperanza, y demuestra que el plan de reforzamiento que se inició a mediados de los 90 está funcionando. La escasez de daños y la reducción de los conflictos en la vertiente española son el fruto de un trabajo muy serio por parte de técnicos y autoridades. Pero debemos reconocer que los problemas y el malestar no han desaparecido en el lado francés, donde no se aplican medidas de prevención de ataques a los rebaños de ovino y colmenares, y este descontento amenaza con extenderse a nuestras propias fronteras. Apaciguar el ambiente social en Francia es un reto aún sin resolver.
Y en el lado español tenemos también una asignatura pendiente. En los Pirineos occidentales, entre Navarra y Aragón, van envejeciendo los dos únicos machos que habitan esas montañas. No les deberíamos dejar morir sin darles la oportunidad de transmitir sus genes. Esto es especialmente importante ya que la madre de uno de ellos, Canelito, fue la última hembra autóctona pirenaica, y este ejemplar es el único oso vivo en los Pirineos que conserva los genes de la población original. Habría que volver a impulsar la iniciativa de reforzamiento con hembras entre Navarra y Aragón, tantas veces planteada en los últimos tiempos. En la actualidad, se empiezan a dar las condiciones sociales favorables para llevar a buen puerto estos proyectos. Es el momento de aprovechar la oportunidad.

Compartir esta publicación

Osos habituados y conflictivos

Osos habituados y conflictivos 150 150 Fundación Oso Pardo

A finales de agosto de 2014, los habitantes del pueblo de Castro (Somiedo, Asturias) se topaban cada día con un oso joven encaramado al tejado de una casa para comer manzanas de los árboles inmediatos o en las dos higueras del pueblo para comer los higos que ya nadie recogía. El acontecimiento atrajo a numerosos veraneantes de Somiedo, que acudían a ver y fotografiar al oso manso. El joven se estaba acostumbrando a la presencia humana y la afluencia de gente que le fotografiaba a pocos metros reforzaba su habituación. Aunque muchos veraneantes estaban encantados, cada día crecía la alarma entre los habitantes del pueblo, que preferían ver a los osos lejos de sus casas. Finalmente, miembros de la Patrulla Oso del Principado de Asturias y de la Fundación Oso Pardo (FOP) consiguieron espantar al oso, interviniendo con gritos, voces fuertes y petardos, cada vez que aparecía por el pueblo para hacerle volver al monte. El oso de Castro no ha vuelto a aparecer por allí, pero en varios pueblos de la Cordillera los osos se asoman con cierta frecuencia a comer cerezas y otros frutos, asaltan las colmenas o se pasean por delante de la gente.

La presencia de algunos osos en las proximidades de la gente y de los pueblos no es excepcional y ocurre esporádicamente en casi todas las poblaciones europeas. En la Cordillera, se están produciendo cambios positivos que favorecen la proximidad de osos y personas. Por una parte, las poblaciones osunas se están recuperando, y por otra, las actividades de naturaleza son cada vez más populares. Muchos rincones que hasta hace poco apenas eran hollados por el hombre soportan en la actualidad el trasiego de naturalistas y deportistas. El oso y el hombre siempre han vivido muy cerca en la Cordillera, pero ahora esta proximidad es aún más estrecha. Para evitar problemas, desde la FOP llevamos mucho tiempo proponiendo que se apruebe un protocolo para tratar con osos habituados y conflictivos. En nuestro Boletín de diciembre de 2015 insistíamos en que era uno de los deberes urgentes sin hacer en la Cordillera Cantábrica. Los directores generales de las comunidades con osos cantábricos han recogido la propuesta y se han comprometido en público a aprobar próximamente un protocolo.

En este sentido, las actividades de disuasión que se usaron con el oso joven de Castro fueron eficaces pero improvisadas. Una intervención de este tipo tiene que ser realizada por funcionarios bien equipados y entrenados, y con la cobertura de un sólido protocolo, ya que hay responsabilidades en lo concerniente a la seguridad de las personas y del propio equipo interviniente. Lo que se trata de consolidar con el protocolo demandado es que estas acciones comiencen a realizarse de forma regulada, de acuerdo con los principios científicos y con la experiencia contrastada en otros países. El objetivo es evitar la improvisación y adelantarse a los problemas antes de que se produzcan.

El protocolo para actuar con osos problemáticos y habituados debería definir los comportamientos que son o pueden llegar a ser peligrosos o conflictivos, las circunstancias que suelen propiciarlos y el tratamiento que se debe aplicar. A veces se ha censurado a la FOP por crear alarma injustificada al promover tales medidas, pero la crítica que realmente merecemos es la de ser poco originales. Estos protocolos de actuación y los equipos de emergencia para la intervención rápida cuando aparecen osos conflictivos existen en casi todos los países occidentales.

También se escucha a menudo que los osos cantábricos están perdiendo el respeto al hombre. Lo cierto es muchos osos se acercan a los humanos tratando de evitar a otros osos. Los especialistas suelen afirmar que los osos jóvenes temen al hombre, pero aún temen más a los osos adultos. Por tal motivo, cuando la densidad de osos aumenta, algunos jóvenes e incluso ciertas hembras con cachorros que huyen de los machos infanticidas tienden a usar escudos humanos, acercándose a zonas habitadas que los machos adultos –mucho más esquivos- tratan de sortear.

Los osos habituados al hombre aparecen en todos los lugares del mundo; son más raros en poblaciones muy pequeñas y donde los plantígrados son cazados o perseguidos ilegalmente. Por fortuna, en la Cordillera Cantábrica la observación de osos ha sustituido a la caza, lo que aumenta las oportunidades de habituación de los plantígrados.

Hay que resaltar que los osos habituados no tienen por qué ser más peligroso que los osos esquivos. De hecho, al temer menos al hombre no muestran tendencia a atacar en un encuentro súbito, por lo que pueden resultar incluso menos agresivos. Pero lo cierto es que los osos merodeando por los pueblos alarman a sus habitantes, creando ya un problema con su mera presencia. Además, cuando un oso está habituado se multiplican los encuentros con humanos, lo que aumenta la probabilidad de conflicto. Los osos habituados constituyen también un peligro para sí mismos, pues las probabilidades de que sean abatidos ilegalmente se multiplican.

En cualquier caso, existe un punto en el que coinciden todos los especialistas: debemos evitar que los osos se acostumbren a encontrar alimento fácil y predecible en entornos humanos, ya que una vez adquirido este hábito es muy difícil de eliminar. Los osos adictos a comer en los pueblos, en los contenedores de basura o en las zonas de acampada acaban aterrorizando o hiriendo a alguna persona, y finalmente son abatidos por las autoridades. En los parques nacionales americanos son frecuentes los carteles advirtiendo “a fed bear is a dead bear”.

El protocolo para detectar y tratar con osos habituados y conflictivos pretende prevenir estos problemas. Si somos más eficaces detectando y corrigiendo las situaciones de riesgo, los osos estarán más seguros, tendrán más apoyo de la sociedad y los habitantes de la Cordillera Cantábrica y los Pirineos dormirán más tranquilos.

Compartir esta publicación

El futuro del oso en el Pirineo occidental

El futuro del oso en el Pirineo occidental 150 150 Fundación Oso Pardo

Desde que en 1996 se inició la suelta de osos eslovenos para recuperar la población de los Pirineos, el número no ha dejado de crecer, y en la actualidad al menos 35 osos se mueven por las dos vertientes del macizo montañoso. Pero prácticamente todos ellos se concentran en el Pirineo Central, en el Valle de Arán y el Parque Natural del Alto Pirineo (Lérida) y en los Departamentos franceses de Ariège y Haute Garonne, entrando algún individuo en los montes de Andorra y del Pirineo Oriental y del noreste de Huesca. Esta subpoblación prospera adecuadamente como reflejan los datos anuales de reproducción: cinco osas con siete oseznos en 2014 y tres con seis oseznos en 2015. Además, está previsto liberar este año un macho esloveno para mejorar la genética de esta subpoblación.

Por el contrario, el núcleo del Pirineo occidental –ubicado entre el noreste de Navarra, el noroeste de Huesca y el sur del Bearn francés- parece abocado a la extinción. Se trata de una verdadera tragedia, porque los valles del Roncal,  Ansó, Hecho y los bosques del Bearn francés en Aspe y Ossau han constituido el último reducto pirenaico del oso a lo largo del siglo XX. De hecho, en 1970 quedaban unos 25-30 osos en el Pirineo occidental y solo 6-9 en el central. Entre 1982 y 1984, la cifra se había reducido a 13-14 adultos en el Pirineo occidental y solo 4 en el central. Cuando a mediados de los años 90 se decidió reforzar la población pirenaica con osos eslovenos, se había previsto la suelta en la vertiente francesa del Pirineo occidental, donde sobrevivían una sola hembra y unos pocos machos autóctonos. Pero el conflicto social obligó a la administración francesa a cambiar el plan,  y los osos se reintrodujeron al final junto al Valle de Arán.  Mientras el núcleo central se consolidaba y prosperaba, los últimos supervivientes autóctonos recluidos en el sector occidental acabaron muriendo uno tras otro.

Y así llegamos al momento actual. En mayo de 2016, solo hay dos machos vagando por los bosques del Pirineo occidental, desconectados de la subpoblación principal del Pirineo Central: se trata de Neré y Cannellito.  El primero es un oso esloveno nacido en 1997 de Ziva (una de las dos osas eslovenas liberadas -ambas preñadas- en 1996), que se dispersó en 2002 desde el Valle de Arán al Pirineo occidental. Allí se apareó con la última osa autóctona, Cannelle, que diez meses antes de ser abatida por un cazador a finales de 2004 había parido a Cannellito, un macho de origen mixto que ahora tiene ya 12 años. En las circunstancias actuales, la viabilidad de esta subpoblación occidental es prácticamente nula, ya que es muy improbable que alguna de las hembras del núcleo central se disperse y se establezca en los territorios del viejo Neré (19 años) y de su hijo Cannellito.  Si no se toma ninguna medida, estos machos acabarán muriendo sin tener opción de reproducirse.

La única posibilidad de recuperar la subpoblación occidental es la introducción de hembras eslovenas. Las condiciones ecológicas son perfectas: los montes están bien conservados y se han hecho más salvajes en las últimas décadas. Pero habría que ver si las condiciones sociales han mejorado. Hay motivos que nos inducen a pensar que la animadversión hacia el oso se ha reducido en la zona occidental. La experiencia de Cataluña con los osos reintroducidos en las dos últimas décadas muestra que una adecuada protección al ganado puede reducir los daños casi a cero. En el Pirineo central, el rechazo inicial al plantígrado se ha ido desvaneciendo, y cada vez hay más sectores que ven en el oso un elemento importante del desarrollo rural.

Tales motivos nos inducen a ser moderadamente optimistas ante la perspectiva de un reforzamiento en el núcleo occidental. Convendría estudiar las posibilidades de conexión futura de las dos subpoblaciones pirenaicas y otros aspectos ecológicos. Pero, sobre todo, habría que preparar el terreno en el aspecto social, favoreciendo la mejor convivencia entre la ganadería extensiva de ovino, la apicultura y los osos, aportando información abundante y buscando el consenso con la población local. La experiencia acumulada en la Cordillera Cantábrica y en el Pirineo central será de gran utilidad, y el esfuerzo merecería sin duda la pena. Los magníficos bosques de Roncesvalles, Hecho y Ansó no podrán estar completos sin la presencia del oso.

Compartir esta publicación

Deberes urgentes sin hacer en la Cordillera Cantábrica

Deberes urgentes sin hacer en la Cordillera Cantábrica 150 150 Fundación Oso Pardo

Ahora que la población cantábrica de osos se está recuperando numéricamente, es cuando se hace más necesario multiplicar los esfuerzos para evitar conflictos entre humanos y osos

Prevenir los daños, que mayoritariamente son ataques a los colmenares, e indemnizar a los afectados con rapidez, regular adecuadamente el turismo de avistamiento de osos y aprobar el protocolo de intervención con osos, son deberes urgentes. En lo primero ya se viene trabajando desde hace años y se debe continuar mejorando la cobertura en la prevención y la agilidad en el pago de los daños, pero la regulación del turismo y la aprobación del protocolo de intervención son asuntos pendientes y sin resolver. Y de la rapidez con la que estos deberes sean hechos satisfactoriamente va a depender, en buena medida, que se mantenga o no el apoyo social a la conservación del oso conseguido con tanto esfuerzo y tras años de un trabajo social continuado.

Todavía hoy el oso es percibido en general de una manera positiva, pero las primeras alarmas ya están empezando a saltar. Hay más osos y son más visibles, y la población rural es consciente de ello. La mayoría de los osos tiene un comportamiento natural que incluye el ataque ocasional a colmenas o ganado y el consumo de frutas, y solo algunos ejemplares tienden a habituarse a la presencia humana. Un oso habituado puede hacer acto de presencia a pleno día en una zona con actividad humana y tolerar la presencia de personas a distancias muy cortas, y comportamientos de este tipo, además de alimentar alarmas sociales, pueden terminar siendo fuentes de conflictos no deseados.

En los últimos años y en el occidente cantábrico ya han ocurrido varios casos de osos habituados, protagonizados por ejemplares juveniles, que se han adentrado en pueblos buscando cerezas, higos y manzanas, reaccionando poco o nada ante la presencia de personas.

Algunos osos pueden llegar a ser verdaderamente problemáticos al condicionarse positivamente a los alimentos de origen humano y buscarlos activamente. Por ahora, en la Cordillera Cantábrica, no parece que tengamos ejemplares que respondan a este último perfil.

En la mayor parte de las poblaciones de oso pardo se conocen casos de osos habituados y de osos problemáticos, y para evitar conflictos y alarmas sociales y actuar con rapidez, seguridad y coordinación, muchos países con osos tienen en vigor protocolos con medidas de prevención y pautas de intervención para la disuasión de los ejemplares. En los paisajes cantábricos, y también en los pirenaicos, la convivencia entre humanos y osos es muy estrecha y por eso urge tener un protocolo de intervención con osos habituados o problemáticos aprobado y operativo. Es inaceptable que se lleve discutiendo su borrador desde hace más de cuatro años, cuando existen documentos similares y experiencias ya muy contrastadas en otros países europeos y americanos con poblaciones de oso pardo.

En 2016, el oso volverá a atraer a numerosos ecoturistas y amantes de la Naturaleza a las montañas cantábricas y pirenaicas, y esto, que es deseable para la economía local y bueno para resaltar la imagen positiva del oso y favorecer su aceptación en el medio rural, está empezando a ser un nuevo problema de conservación por la falta de una regulación adecuada.

En el año que termina, hemos sido testigos en demasiadas ocasiones de comportamientos imprudentes y de acercamientos excesivos que han provocado la huida de los ejemplares o comportamientos de habituación en osos jóvenes y osas con sus crías… sin olvidar que un oso puede sentirse amenazado por una proximidad excesiva y responder con agresividad.

Hay que facilitar el desarrollo ordenado del turismo de observación de osos pero en los lugares adecuados y con las normas y precauciones necesarias. Y si hay algo que no ayuda a resolver este nuevo problema es la deficiente regulación del uso público en la mayoría de los Espacios Naturales Protegidos de la Cordillera Cantábrica.

Compartir esta publicación

San Glorio, lecciones aprendidas

San Glorio, lecciones aprendidas 150 150 Fundación Oso Pardo

Es necesario impulsar el desarrollo social y económico en el entorno de San Glorio, pero sin poner en riesgo su biodiversidad.

La sentencia del Tribunal Constitucional -tras un recurso promovido por WWF España, SEO/BirdLife, Gedemol y la Fundación Oso Pardo (FOP)- anulando la Ley que posibilitaba la construcción de la estación de esquí de San Glorio, sumada a las del TSJ de Castilla y León o la del Tribunal Supremo, supone la constatación de que no es posible plantear un proyecto de estas características sin destruir los valores naturales del territorio, y nos obliga a replantearnos un modelo de desarrollo que muchos, desde sus inicios, consideramos inviable.

La Montaña Oriental Leonesa y la Montaña Palentina necesitan un impulso decidido social y económico para superar la difícil situación que están atravesando, con una pérdida continua de población y de servicios, y pueden hacerlo aprovechando su principal recurso: una naturaleza privilegiada. Por esta razón se crearon el Parque Regional de Picos de Europa y el Parque Natural de Fuentes Carrrionas y Fuente Cobre–Montaña Palentina, para proteger la rica biodiversidad de estos territorios y para ser motores del desarrollo socioeconómico de los municipios incluidos. Por la misma razón toda el área se incluyó dentro de la Red Natura 2000, creada para asegurar la conservación del patrimonio natural europeo.

El desarrollo de estas comarcas debería apoyarse, como también han solicitado varias empresas de la zona, en el turismo de naturaleza. En esta línea, ya en el año 2010 las organizaciones mencionadas anteriormente presentamos distintas propuestas (un centro de interpretación y actividades en torno a los cinco grandes ungulados y sus depredadores presentes en el territorio, un spa-centro termolúdico, la adecuación de un humedal y el impulso al Parque Natural como instrumento de desarrollo sostenible), que fueron muy bien recibidas en el territorio, aunque no hubo voluntad para impulsarlas. El hecho es que estas montañas son las únicas en toda la Península Ibérica que albergan los cinco ungulados autóctonos (ciervo, jabalí, corzo, rebeco y cabra montés) y los dos grandes carnívoros terrestres ibéricos, el oso y el lobo; y esto es un importante hecho diferenciador que bien divulgado podría hacer de este territorio destino preferente para los amantes de una naturaleza plena y bien conservada. Un turismo de naturaleza sostenible y bien regulado en torno a los dos parques y a estas y otras especies, además de otras actividades vinculadas al ocio en la naturaleza como por ejemplo un uso razonable de la nieve mediante esquí de fondo, o travesías con esquíes o raquetas, pueden rentabilizar los servicios de alojamiento y restauración que ya existen en estas comarcas.

El turismo de naturaleza tiene que ser uno de los motores del desarrollo sostenible de esta zona, sumado a otros tan importantes como la actividad cinegética, una ganadería apoyada en una comercialización diferenciada, y a otros sectores de actividad que emerjan y que sean compatibles con la conservación de la biodiversidad del territorio.

Es necesario que el turismo de naturaleza sea adecuadamente regulado y suficientemente promocionado, y aquí juegan un papel esencial los dos parques con su normativa y el hecho de ser parte de la Red Natura 2000 europea. Pero los parques necesitan un fuerte impulso desde la Administración autonómica, especialmente el Parque Regional de Picos de Europa, que hasta la fecha ha funcionado más como una reserva de caza que como un Espacio Natural Protegido.

Existen numerosas experiencias, algunas de ellas en la propia Cordillera Cantábrica, en las que la inclusión de un territorio en la Red de Espacios Naturales Protegidos ha supuesto la mejora de las condiciones sociales y económicas de su población, como por ejemplo el Parque Natural de Somiedo, en Asturias. Si allí funcionó, seguro que también puede hacerlo aquí. Solo hace falta voluntad política y un compromiso firme con el territorio, tal como vienen demandando legítimamente sus habitantes al ver que sus pueblos languidecen sin remedio. Animamos a la Junta de Castilla y León a que abandone definitivamente iniciativas como la de la macroestación de esquí de San Glorio, a todas luces insostenible y que ha generado falsas ilusiones y frustración entre la población local, y apueste por los Parques Naturales; desde la FOP apoyaremos todas aquellas iniciativas que contribuyan al desarrollo social y económico de las montañas leonesa y palentina siempre que no pongan en riesgo la conservación de su reconocida y rica biodiversidad.

Compartir esta publicación

La cohabitación, clave para la recuperación de los grandes carnívoros

La cohabitación, clave para la recuperación de los grandes carnívoros 150 150 Fundación Oso Pardo

La revista Science certifica el éxito de los grandes carnívoros en Europa: la cohabitación vence al apartheid.

A principios de los años 90 llegó a España un prestigioso especialista en osos del Fish and Wildlife Service americano que coordinaba la conservación del grizzly en los EEUU. Tras visitar la Cordillera Cantábrica acompañado de expertos y autoridades, dio una conferencia en Oviedo, donde expuso sus conclusiones finales. Éstas no podían ser más pesimistas: la población cantábrica de osos era demasiado pequeña, pero sobre todo vivía en un medio tan humanizado que sus posibilidades de pervivencia eran inexistentes.

Aquel biólogo tenía una enorme experiencia en USA y Canadá, pero los extensos paisajes americanos y su cultura de conservación le hicieron errar en su pronóstico para Europa. Allí, las grandes extensiones casi vírgenes con escasa o nula población humana han propiciado la separación entre animales y personas. En Norteamérica hay sitio para todos, lo cual les ha eximido de avanzar en la filosofía de la cohabitación; en el Parque Nacional de Yellowstone, que mide casi lo mismo que toda Asturias, no hay ni una sola cabeza de ganado, ni una sola persona viviendo aparte de los rangers y técnicos dedicados a la conservación de la fauna. Allí todo está organizado para evitar que la influencia humana perjudique a los lobos y a los osos. Sin embargo, en cuanto los lobos ponen un pie fuera del Parque y matan un solo ternero, son eliminados sin contemplaciones.

Frente a esta política de segregación norteamericana, la mayoría de los conservacionistas europeos iban por otro camino. Como Europa es un continente superpoblado, la última esperanza de los grandes carnívoros era ser tolerados por la sociedad. Con ayuda de indemnizaciones por daños se calmaba el malestar de los ganaderos, con pasos de fauna se intentaba paliar el efecto de las autopistas y grandes líneas férreas, con reuniones asesoradas por sociólogos se intentaban encontrar acuerdos entre conservacionistas y pobladores locales, y las subvenciones a la agricultura y la ganadería de la PAC para mantener la cultura y los paisajes rurales europeos como los hemos conocido desde hace siglos permitieron continuar en el campo a sectores económicos poco competitivos. Además, la Directiva de Hábitats obligó a los miembros de la Unión Europea a proteger a los grandes carnívoros, al tiempo que proporcionó recursos económicos y técnicos para reducir conflictos y hacer políticas de conservación más eficaces. Ante la mirada escéptica de muchos conservacionistas americanos, en Europa se fue consolidando la cultura de la cohabitación, que consiste en alcanzar acuerdos para hacer posible que los grandes carnívoros puedan vivir en zonas densamente poblados, asumiendo y tratando de minimizar los inevitables conflictos que esta convivencia conlleva.

El pasado 18 de diciembre, la revista científica Science –la más prestigiosa del mundo junto con Nature- ha certificado el éxito de esta política europea de conservación. En un artículo firmado por más de 70 coautores de 26 países europeos, entre ellos tres españoles –José Vicente López-Bao, de la Universidad de Oviedo, y dos miembros de la FOP, Juan Carlos Blanco y Guillermo Palomero–, Science ha confirmado sin lugar a dudas que los grandes carnívoros europeos se están recuperando a pesar de vivir en medios densamente poblados. Los 17.000 osos, 12.000 lobos, 9.000 linces euroasiáticos y 1.250 glotones de Europa han logrado sobrevivir y aumentar conviviendo con ganaderos, cazadores y actividades económicas diversas, gracias a leyes conservacionistas y una actitud favorable del público. El artículo demuestra que la mayoría de las poblaciones europeas de estas especies se encuentran estables o aumentando, y que el apartheid entre grandes carnívoros y actividades humanas es en Europa un paradigma inaplicable. En España, los osos cantábricos y los pirenaicos se encuentran también en proceso de recuperación, y lo mismo ocurre con la población ibérica de lobos que comparten Portugal y España. La nota que ensombrece esta buena noticia la pone la población de lobos de Sierra Morena, la única de las 10 poblaciones europeas de lobos en toda Europa que se encuentra en regresión.

La cohabitación, por tanto, ha sido la clave para esta recuperación, y ésta se basa en prevenir conflictos y en compensar los daños. En este sentido, y refiriéndonos a nuestros osos, preocupa la tardanza en el pago de los daños que se está registrando en los últimos años, con comunidades autónomas que pagan hasta 3 y 4 años después de producido el daño. También es alarmante el abandono que se está dando en las políticas de prevención en la Cordillera Cantábrica, que contrasta con lo experiencia reciente exitosa de los Pirineos, donde las acciones de prevención realizadas con las ovejas (con agrupaciones de rebaños, contratación de pastores y donación de perros de guardia) ha conseguido que en el año 2014 en el Parque Natural del Alt Pirineu (Lleida) no se haya registrado un solo ataque de oso.

También es muy necesaria la prevención de incidentes, concretamente ante la aparición de osos habituados que pueden acabar siendo problemáticos, disuadiendo a estos ejemplares –casi siempre jóvenes- en los casos de tolerancia ante la presencia humana. Por último, se debe regular adecuadamente el uso público en áreas oseras, especialmente el turismo de osos.

No podemos ocultar nuestra satisfacción por haber contribuido a este éxito europeo de conservación, trabajando durante años –junto con administraciones, otros científicos y ONGs y una multitud de protagonistas del medio rural español- en los programas que han hecho posible estos éxitos. Ahora, nos sentimos más animados que nunca para continuar por el camino de la cohabitación en nuestro empeño por conseguir la plena recuperación de las poblaciones españolas de osos.

Compartir esta publicación

Tendencias en la conservación de osos

Tendencias en la conservación de osos 150 150 Fundación Oso Pardo

Entre el 5 y el 11 de octubre de 2014 se celebró en la ciudad de Salónica (Grecia) la 23 Conferencia Internacional sobre Investigación y Gestión de Osos, organizada por la entidad conservacionista griega Arcturos. Fue una de las reuniones periódicas de la Internacional Association for Bear Research and Management (IBA), entidad que reúne a más de 500 técnicos y científicos de 50 países dedicados al estudio y gestión de los osos del mundo y que publica la revista científica de referencia Ursus.

La Fundación Oso Pardo (FOP), que es miembro institucional de la IBA, participó activamente en la conferencia enviando a dos miembros de su equipo científico, Juan Carlos Blanco y Fernando Ballesteros, que presentaron información sobre la evolución y situación actual de la población cantábrica de oso pardo y expusieron los análisis de conectividad realizados en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid, que son la base para el diseño del proyecto LIFE Desfragmentación Oso.

Como es lógico, el principal objetivo de asistir a estas reuniones es poder intercambiar experiencias e ideas con otros científicos y profesionales de todo el mundo en unos intensos días en los que se repasa la actualidad y las nuevas tendencias para la gestión y la conservación de los osos. El lema de la conferencia en esta ocasión ya lo dejaba todo claro: “Osos y humanos en el siglo XXI: retos y soluciones para una coexistencia pacífica”.

En la conferencia se presentó información sobre algunas poblaciones pequeñas y amenazadas, como los osos pardos del Cáucaso iraní o del desierto del Gobi en Mongolia o China, los osos negros asiáticos de Corea del Sur, India o Irán, y los osos andinos de Colombia, Venezuela o Ecuador, pero varias mesas de trabajo y una gran parte de las ponencias se centraron en los osos pardos de Eurasia y Norteamérica, con especial interés en las causas y soluciones de conflictos entre humanos y osos, y en el manejo de los osos que viven próximos a los asentamientos y actividades humanas.

Así, se abordaron aspectos como la importancia de la participación social para facilitar la coexistencia entre personas y grandes mamíferos, la problemática concreta que generan los daños de los osos, la relación de la actividad cinegética y la alimentación suplementaria con el comportamiento de los osos, o las acciones a tomar para resolver los conflictos más graves y recurrentes, como los que tienen que ver con los osos habituados o problemáticos. Algunas ideas interesantes tratadas fueron la gran variabilidad en la frecuencia y el tipo de daños producidos por los osos en diferentes partes del mundo, sin que exista una relación clara con el tamaño de la población de osos, o los efectos de la alimentación suplementaria con carroña, que no parece una medida adecuada ni eficaz para reducir los daños de los osos al ganado -a pesar de que en algunos países de Europa se aportan muchas toneladas de comida a los osos, sobre todo con una finalidad cinegética-. En relación con esto, se ha comprobado que los osos consumen parte del maíz u otros alimentos que se distribuyen en invierno para los ungulados en los bosques del este de Europa, afectando a sus movimientos y comportamiento, aunque la ventaja que les supone por su aporte energético es en realidad muy pequeña.

Es muy significativo ver cómo se ha pasado de los debates centrados básicamente en la recuperación de poblaciones de osos al borde de la extinción, habituales en las conferencias hace unos años, a las discusiones sobre la gestión de poblaciones oseras en recuperación, que a veces presentan riesgo de conflictos y evidentes retos sociales pero cuya resolución es necesaria para garantizar su conservación a largo plazo. Y, en este sentido, muchos de los debates de la conferencia son de gran interés y aplicación a la situación actual de los osos en la Cordillera Cantábrica.

La relación entre infraestructuras de transporte y conservación de las poblaciones de osos fue un asunto muy presente, con varias ponencias europeas y americanas relativas a la fragmentación del hábitat, los efectos sobre el flujo genético y las medidas de mitigación y técnicas de seguimiento; en Grecia, y no muy lejos de la ciudad que acogía la conferencia, se han desarrollado en años recientes intensos trabajos para analizar y reducir los efectos negativos de las grandes infraestructuras, y en particular de la autopista Egnatía, que corta totalmente la población de oso de los montes Pindo.

Los osos “problemáticos” fueron un tema recurrente de gran interés. De las distintas sesiones en torno a este asunto se pudo concluir que en la mayor parte de las poblaciones la mayoría de los osos tienen un comportamiento natural –lo que incluye el consumo de frutas o el ataque ocasional a colmenas o ganado–, siendo unos pocos ejemplares los que generan conflictos graves, habituándose a la presencia humana y condicionándose positivamente a los recursos fáciles en las cercanías de los pueblos o a veces incluso dentro de las casas. La competencia intraespecífica, la variación individual, e incluso la personalidad de cada oso, son aspectos muy importantes en el comportamiento y han de ser tenidos en cuenta en la gestión, estimándose que la prevención y la disuasión rápida son esenciales para evitar y reducir estos conflictos. A este respecto, aunque en situaciones graves se opta en ocasiones por la traslocación de los osos problemáticos, investigadores de Europa y Norteamérica explicaron que esta medida solo es efectiva en un 20 o 30% de los casos.

Otro aspecto interesante tratado en la conferencia fue la rehabilitación de oseznos huérfanos o heridos y la posibilidad de su reintegración a la naturaleza. Se habló de algunas experiencias exitosas desarrolladas en Rusia, Rumanía y Grecia, aunque existe todavía un profundo debate entre especialistas sobre la conveniencia de liberar osos rehabilitados. En todo caso, quedó claro lo difíciles e imprevisibles que resultan estos procesos y la importancia de unas buenas instalaciones y un cuidadoso manejo de los animales en rehabilitación.

Se habló también mucho del seguimiento de las poblaciones, destacando las discusiones sobre el prometedor y novedoso uso de los polimorfismos de nucleótido simple (SNP) como marcadores en estudios genéticos, con muchísimas ventajas sobre los trabajos realizados hasta la fecha mediante el análisis de microsatélites. La genética es una herramienta fundamental en el seguimiento de poblaciones oseras y sus aplicaciones se extienden a campos como la filogeografía, el conocimiento de la variabilidad y los flujos genéticos, la estimación del tamaño y la estructura de la población, la individualización de ejemplares y el estudio del parentesco.

En definitiva, ha sido una conferencia muy interesante en la que, además de insistir en los principios de la IBA para conservar y restaurar las poblaciones oseras del mundo a través de la investigación, la formación y la gestión basada en el conocimiento, se ha puesto el dedo en la llaga en aspectos como la gestión de problemas y la identificación y prevención de conflictos, que resultan retos fundamentales para asegurar el futuro de las poblaciones de osos. La próxima conferencia, con nuevas ideas y tendencias, tendrá lugar en Alaska en 2016.

Compartir esta publicación

Osos y enfermedades

Osos y enfermedades 150 150 Fundación Oso Pardo

En apenas cinco días del mes de junio de 2014 recibimos la desagradable noticia de la aparición de dos osos cantábricos muertos: un macho joven encontrado el martes 10 en un prado del concejo asturiano de Quirós, y un macho adulto localizado el domingo 15 junto a un arroyo en el municipio leonés de Villablino. Después de las correspondientes investigaciones sobre el terreno por parte de los agentes y técnicos de las comunidades autónomas de Asturias y Castilla y León y la Guardia Civil, ambos animales fueron remitidos a la Universidad de León para la realización de sendas necropsias y la determinación de la causa de la muerte. En el caso del oso de Villablino, y considerando su aparición junto a un curso de agua y su aparente buen estado, sin indicios externos de la causa de la muerte, las patrullas de la Fundación Oso Pardo (FOP) y agentes de la Guardia Civil con perros adiestrados realizaron en los días posteriores rastreos por la zona en busca de otros posibles cadáveres o restos de un posible envenenamiento. Afortunadamente no se localizó ningún indicio de veneno.

Las necropsias y los estudios toxicológicos y microbiológicos realizados por el Departamento de Sanidad Animal de la Universidad de León y la Unidad de Toxicología de la Universidad de Extremadura han sido concluyentes respecto a las causas de la muerte de ambos osos. En el caso del macho joven de Quirós, murió por una miositis gangrenosa provocada por las bacterias Clostridium sordelli y Clostridium septicum, favorecida posiblemente por un estado de gran debilidad y diversos traumatismos de origen desconocido, compatibles en principio con el ataque de otro animal. En cuanto al macho adulto de Villablino, murió por una hepatitis vírica aguda provocada por Adenovirus canino tipo 1 (CAV1).

No hay ningún indicio de posibles disparos ni rastros de tóxicos o venenos, por lo que se ha descartado una intervención humana directa en la muerte de ambos osos.

La bacteria C. sordelli ya ha sido relacionada con la muerte reciente de otro oso, que apareció atrapado en un lazo en Cangas de Narcea (Asturias) en 2012 y murió durante su rescate. Aunque se trata de microorganismos ampliamente distribuidos y presentes en muchas especies animales, es llamativa su responsabilidad en la muerte de dos osos, aunque en ambos casos favorecido por lesiones previas. Por otra parte, la hepatitis producida por adenovirus canino tipo 1 (CAV1), detectada por primera vez en osos cantábricos, es una enfermedad propia de cánidos como perros, lobos o zorros, que también afecta a otras especies, incluyendo algunos casos conocidos en osos de Europa y América. De hecho, la presencia de anticuerpos a esta enfermedad es habitual en muchas poblaciones de perros y de cánidos silvestres, pero también se ha detectado, por ejemplo, en el 22% de los osos pardos muestreados en la población de los Apeninos italianos.

Aunque estos dos procesos han acabado con la muerte de dos osos, no parece en principio que se trate de problemas graves desde el punto de vista sanitario para la población osera. Pero sin duda, esta coincidencia en el tiempo de dos osos muertos por enfermedades agudas debe provocar una oportuna reflexión acerca del riesgo sanitario en la población de oso pardo cantábrico. Existe un buen número de enfermedades en el medio o en las especies silvestres que pueden afectar a los osos pardos; por ejemplo, la enfermedad de Aujezsky, presente en las poblaciones de jabalíes cantábricos, podría alcanzar con facilidad a un oso que se alimentara de una carroña, llegando a provocar su muerte. Mucho más preocupante sería incluso la aparición de osos con moquillo, una de las enfermedades más graves y con peores consecuencias tanto en perros como en carnívoros silvestres, y cuya presencia ya ha sido diagnosticada en osos pardos de América y Europa en alguna ocasión. Los dos núcleos oseros cantábricos están incrementando su número, pero son aún pequeños para garantizar su conservación a largo plazo. Desconocemos si su reducida variabilidad genética, que se encuentra entre las más bajas descritas en poblaciones de oso, puede provocar además un déficit inmunitario que los haga especialmente sensibles a alguna enfermedad. En este contexto, parece necesario hacer algo.

En general es difícil prevenir estas enfermedades en la fauna silvestre, más allá de garantizar una adecuada situación sanitaria y una rápida actuación ante la aparición de brotes graves en los animales domésticos, pero el conocimiento de la situación sanitaria de nuestros osos y otros carnívoros salvajes puede ser sin duda un buen punto de partida. Probablemente no sea factible plantear un programa de muestreo sanitario específico en osos, aunque algunos trabajos sí se han desarrollado ya en lobos, zorros y otros carnívoros: en todo caso, parece aconsejable unificar unos criterios técnicos y veterinarios de forma que cualquier muestra de oso pardo disponible en el futuro (animales muertos o heridos, crías huérfanas o cualquier ejemplar que deba ser manejado) sea objeto de una completa batería de análisis que permitan evaluar la presencia de agentes infecciosos o anticuerpos en sangre, y avanzar así en el conocimiento de las enfermedades de los osos cantábricos. En unos años, este seguimiento sanitario pasivo puede aportar una información muy valiosa, sobre todo si se pone en contexto con análisis similares en otras poblaciones oseras o en otros carnívoros. La buena comunicación entre responsables de la conservación del oso pardo y de la sanidad animal en las comunidades autónomas cantábricas también parece importante para actuar con rapidez ante brotes preocupantes de enfermedades como el moquillo en perros u otros problemas sanitarios en animales domésticos. Del mismo modo, los correspondientes protocolos de manejo y tratamiento veterinario de los osos que sean capturados o recogidos para su recuperación y posterior liberación en la naturaleza deberían tener en cuenta la existencia de estas patologías y los problemas que pueden suponer para el manejo de los osos.

Aunque por el momento no existe alarma en cuanto al estado sanitario de la población de oso pardo cantábrico, la vigilancia, el conocimiento científico y la coordinación entre todos los implicados en la conservación de esta especie son, sin duda, las mejores herramientas para anticiparse a posibles problemas futuros.

Compartir esta publicación

Rehabilitación de oseznos heridos o huérfanos

Rehabilitación de oseznos heridos o huérfanos 150 150 Fundación Oso Pardo

En los últimos años se han recogido cuatro osas jóvenes con problemas en la subpoblación occidental cantábrica. Tres estaban gravemente heridas y la cuarta osezna deambulaba huérfana con apenas cuatro meses de edad. Los cuatro ejemplares fueron recogidos, curados, rehabilitados y liberados en el medio natural. En dos casos las sueltas fueron exitosas y en dos fracasadas. Hay que aprender de estas experiencias y, teniendo en cuenta la información internacional, es una necesidad imperiosa elaborar un protocolo de rehabilitación que mejore las expectativas de éxito y guíe las futuras intervenciones ante osos con problemas.

El protocolo o documento de buenas prácticas, similar a los realizados para otras poblaciones de osos, tendría que recoger al menos las técnicas y pautas de manejo, la socialización de los cachorros y las precauciones ante el contacto con los cuidadores, los tratamientos sanitarios, la evaluación de la idoneidad de los animales para la suelta, las condiciones de los lugares de suelta y las necesidades de seguimiento posterior y las respuestas a posibles incidentes.

La rehabilitación de las cuatro jóvenes osas se hizo en instalaciones que no estaban preparadas para albergar osos; adecuar un centro para curar y recuperar osos jóvenes o adultos es, por lo tanto, otra prioridad.

En 2011, con motivo de la rehabilitación de una osa de año y medio de edad (Lara) encontrada herida en el occidente asturiano, hubo una polémica sobre dónde soltar a las osas recuperadas. Nosotros apostamos decididamente por la suelta de estas osas en la pequeña y amenazada subpoblación oriental. Se trata de oportunidades excepcionales para promover el rescate genético y demográfico de la subpoblación oriental y favorecer la conexión entre ambas subpoblaciones cantábricas.

Hay que tener una perspectiva poblacional a la hora de devolver a los osos a la naturaleza, y dejar de lado las razones emocionales y de política local que llegan a impedir llevar las osas a la oriental. Para ello se necesita la decisión oficial de hacerlo y detectar a priori las zonas más adecuadas para la traslocación de los osos recuperados. Y, lo que es muy importante, antes incluso de que aparezcan nuevos ejemplares heridos o abandonados, comenzar las campañas de información dirigidas a la población local y a los agentes sociales de las comunidades de procedencia y de destino de los osos, haciendo hincapié en las razones por las que se debe reforzar la subpoblación oriental.

Teniendo en cuenta la importancia de la perspectiva poblacional, y aunque ahora la prioridad tiene que ser favorecer la conexión entre las dos subpoblaciones cantábricas, no hay que cerrar las puertas a futuras traslocaciones a la población pirenaica de osos, con el pensamiento puesto en su núcleo occidental (Navarra y Huesca) que actualmente cuenta con tan solo dos ejemplares macho.

Compartir esta publicación
WordPress Image Lightbox Plugin