Ni un solo oso cantábrico habituado

Ni un solo oso cantábrico habituado

Ni un solo oso cantábrico habituado 150 150 Fundación Oso Pardo

En los últimos días hemos estado viendo informaciones en los medios de comunicación 🔊 sobre la presencia de osos en pueblos de la Cordillera Cantábrica, contadas con menor o mayor alarmismo. Lo cierto es que estos casos siguen siendo muy pocos y que no se trata de ninguna excepción en el mundo, pues ocurre en todos los países en donde hay osos, que algunos ejemplares habitualmente jóvenes busquen comida fácil en, por ejemplo, huertas y contenedores de basura.

Esto no significa que no haya que intervenir para echarlos y evitar que vuelvan a los núcleos habitados. Hay que hacerlo con diligencia y eficacia. Quien debe encargarse de ello, pues tiene las competencias, es la administración autonómica, y para llevarlo a cabo con todas las garantías dispone de un instrumento técnico-jurídico: se trata del “Protocolo de intervención con osos en la Cordillera Cantábrica”, aprobado en enero de 2019 por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y por las comunidades autónomas con presencia de osos en sus territorios: Cantabria, Castilla y León, Asturias y Galicia, y en cuya redacción participaron expertos oseros, incluido alguno de nuestra fundación.
Enlace al Protocolo, que es público y está alojado en la web del MITECO: https://bit.ly/3CXh1Tf
El mecanismo de aplicación de las medidas de disuasión para osos habituados tiene que estar perfectamente engrasado y funcionar como un reloj. Ya sabemos que no hay mala voluntad por parte de ninguna de las administraciones implicadas, pero eso no excusa para que el Protocolo se venga aplicando a medias por unas u otras razones administrativas.
Los habitantes de la Cordillera Cantábrica vienen mostrando una magnífica convivencia con los osos, que ya forman parte de la identidad de los territorios como una enseña de su calidad natural. Que siga siendo así, con los beneficios que supone, no solo ambientales, y en especial para los habitantes de estas zonas, depende de una gestión rápida y eficaz de las situaciones de habituación y de los daños que los osos ocasionan, mayoritariamente en los colmenares.
Ni un solo oso habituado debe ser permitido en la Cordillera Cantábrica. Este es ahora y siempre el objetivo más prioritario. Pero también va a depender de la sensatez de todos y de no alimentar conflictos interesados para sacar una renta política o tajada sindical que no ayudan ni a la conservación de la biodiversidad ni a resolver los problemas del medio rural, ahora que tanto necesitamos a ambos.
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