Optimismo con los últimos censos de osos en la Cordillera y los Pirineos

Optimismo con los últimos censos de osos en la Cordillera y los Pirineos

Optimismo con los últimos censos de osos en la Cordillera y los Pirineos 150 150 Fundación Oso Pardo

En el mes de agosto, se han completado los datos del censo de osas con crías de 2016 en la Cordillera Cantábrica. Las cifras son muy buenas: 40 osas con 67 crías en las dos subpoblaciones, lo que iguala el record de 2015 (aunque con tres crías más) y consolida el proceso de recuperación del oso en la Cordillera. De este número, 34 osas con 57 crías corresponden a la subpoblación occidental (centro-occidente asturiano, Alto Sil leonés y Ancares) y 6 osas con 10 crías a la oriental (Montaña Palentina, Montaña oriental leonesa y bosques colindantes de Cantabria). En el núcleo occidental, se detectaron 29 osas con 50 oseznos en Asturias y 5 osas con 7 crías en el oeste de León. En cuanto a la subpoblación oriental, 4 osas con sus crías han estado en diferentes momentos del año entre Palencia y Cantabria, una se ha movido entre León y Cantabria y la última se ha localizado siempre en Palencia.

La Fundación Oso Pardo ha realizado una contribución importante al censo, aportando 131 fichas de datos. De ellas, 39 corresponden al núcleo occidental, con localizaciones de 17 grupos familiares, y 92 al sector oriental, donde la FOP ha localizado y realizado un seguimiento de los 6 grupos familiares. Los datos refuerzan la tendencia positiva, igualando el número de osas del año anterior, que fue el más alto obtenido desde que se iniciaron los recuentos anuales de osas con crías en 1989. En la pequeña subpoblación oriental, con el mismo número de osas (6) y una cría más (10) que en 2015, se consolida el inicio de la recuperación, con hembras reproductoras en toda la Montaña Palentina y las áreas oseras de Cantabria hasta los bosques inmediatos a la autovía Cantabria-Meseta (A-7). Sin embargo, su expansión se detiene entorno a la carretera N-621 (Riaño-San Glorio) y las osas no terminan de extenderse hacia el occidente, a los magníficos bosques de Mampodre y Sajambre (León), o los de Ponga y Redes (Asturias).

Además de las cifras demográficas, los estudios genéticos publicados en 2016 muestran una creciente comunicación entre ambas subpoblaciones realizada sobre todo por machos occidentales que han atravesado al núcleo oriental. Y los datos que hemos recogido en 2017 en un proyecto para poner a punto nuevos métodos de estudio genético confirman este extremo. Las dos subpoblaciones cantábricas no solo aumentan en número, sino que estamos asistiendo al final de un aislamiento genético que ha durado quizás cerca de un siglo.

En cualquier caso, no debemos echar las campanas al vuelo. De acuerdo con los criterios de la UICN, el oso cantábrico sigue estando en Peligro de Extinción, y legalmente la especie continúa en dicha categoría en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Viene a cuento este recordatorio porque en las últimas semanas estamos viendo campañas mediáticas con un tufo antioso que recuerda a la propaganda contra las alimañas de tiempos pasados. La recuperación parcial del oso en la Cordillera Cantábrica es un privilegio del que debemos presumir, no una desgracia para sus habitantes, como algunos grupos de interés nos quieren vender.
Es cierto que el crecimiento de la población depara nuevos retos que debemos afrontar sin complejos. Aunque no hay evidencias del aumento de daños al ganado, sí es verdad que algunos ejemplares se dejan ver con más frecuencia, y el potencial de conflicto se incrementa al aumentar el número de osos. En ese sentido, urge que las comunidades autónomas cantábricas aprueben el protocolo para el manejo de osos habituados y conflictivos, pues esto va a dotar a las Administraciones de una herramienta muy útil a la hora de afrontar los conflictos causados por los osos y para reducir los temores de los vecinos de los pueblos de nuestras montañas.
Y en los Pirineos, las cifras son también halagüeñas. Los 39 osos detectados como número mínimo en 2016, entre ellos 5 osas con 10 oseznos, también dan motivos para la esperanza, y demuestra que el plan de reforzamiento que se inició a mediados de los 90 está funcionando. La escasez de daños y la reducción de los conflictos en la vertiente española son el fruto de un trabajo muy serio por parte de técnicos y autoridades. Pero debemos reconocer que los problemas y el malestar no han desaparecido en el lado francés, donde no se aplican medidas de prevención de ataques a los rebaños de ovino y colmenares, y este descontento amenaza con extenderse a nuestras propias fronteras. Apaciguar el ambiente social en Francia es un reto aún sin resolver.
Y en el lado español tenemos también una asignatura pendiente. En los Pirineos occidentales, entre Navarra y Aragón, van envejeciendo los dos únicos machos que habitan esas montañas. No les deberíamos dejar morir sin darles la oportunidad de transmitir sus genes. Esto es especialmente importante ya que la madre de uno de ellos, Canelito, fue la última hembra autóctona pirenaica, y este ejemplar es el único oso vivo en los Pirineos que conserva los genes de la población original. Habría que volver a impulsar la iniciativa de reforzamiento con hembras entre Navarra y Aragón, tantas veces planteada en los últimos tiempos. En la actualidad, se empiezan a dar las condiciones sociales favorables para llevar a buen puerto estos proyectos. Es el momento de aprovechar la oportunidad.

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